Una simple caída en la tensión energética o un ir y venir de la luz puede provocar más problemas de los que se pueden imaginar, incluso muchos más gastos de los que se tienen presupuestados para el consumo de energía eléctrica.
Todos los aparatos eléctricos pueden tener potencia reactiva, es decir un valor casi nulo, ya que no puede ser consumida y prácticamente no sirve para nada, sin embargo está acumulada entre los circuitos y por tanto consumiendo energía. Crea un campo magnético que para seguir funcionando necesita que el equipo consuma más energía. Esta carga extra en los transformadores puede descompensar una instalación completa y provocar fugas de electricidad, lo que además de ser riesgoso es también un problema para el bolsillo. La potencia reactiva provoca una sobrecarga en las líneas transformadoras y generadoras sin producir una utilidad, por ello es necesario compensar esta sobrecarga para que sea transformada y optimizada en una instalación.
Lo más recomendable es bajar la corriente reactiva que se no se esté utilizando, pues así se reducirá el rendimiento del generador y las líneas no se sobrecalentarán. Disminuir la carga optimiza por completo el sistema porque amplia la capacidad de carga sin que esté ahí sólo acumulada.
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